Medio Oriente: claves para entender los conflictos en la región
“Cuando uno suma tres fuentes de conflicto que se retroalimentan entre sí, organizaciones internacionales y regionales que brillan por su ausencia, una creciente militarización como forma de solucionar conflictos, y a las grandes potencias jugando su ajedrez global en la región, es difícil pensar que Medio Oriente no estará en las noticias de todos los días”. — Paulo Botta.
Paulo Botta, especialista en Medio Oriente y profesor universitario de relaciones internacionales, propone entender a los conflictos de la región a partir del análisis de algunas características particulares que hacen que esta sea un constante caldo de cultivo con eventuales momentos de ebullición.
“En Medio Oriente coexisten tres niveles de conflicto distintos. Hoy, por primera vez en 70 años, tenemos crisis en los tres al mismo tiempo”. Botta explica que, por un lado, en la región existen conflictos de carácter doméstico, ya que “no hay un solo Estado cuyo sistema político, económico, o social no esté en tensión, o en donde no haya discusiones sobre los derechos y libertades de los ciudadanos”. Por otro lado, identifica un fenómeno de reacomodamiento del orden regional establecido en la segunda posguerra:
“Antes los Estados de la región tenían roles aceptados; habían algunos cambios, pero no significativos. Hoy, por primera vez en varias décadas, este orden está en discusión. Hay Estados que ya no consienten su lugar asignado, y quieren reposicionarse en el mapa”. El académico explica que a esto se le suma el deficiente -y definitivamente insuficiente- rol mediador de las organizaciones internacionales y regionales, dando lugar a que los conflictos se resuelvan directamente entre los Estados y sus capacidades individuales.
“Puesto que no hay instancias de diálogo ni de cooperación, cada Estado entiende que la mejor forma de salvaguardar sus intereses es a través de la disuasión y del fortalecimiento de sus medios militares”.
Botta revela que existe una lógica racional en la evolución de los conflictos de Medio Oriente, y esta consiste en que “cada país espera obtener más a través del uso de la violencia que a través de la autolimitación. Y puede hacerlo con cierto grado de impunidad”. Porque en un contexto en el que las miradas están puestas o en el programa nuclear iraní, o en los acuerdos de Irán y Arabia Saudita, o en Turquía, o en el mar Mediterráneo o en la crisis de la COVID, muchos temas -como lo es hoy el conflicto entre Israel y Palestina- no ocupan un lugar destacado en la agenda de los encargados de mantener el orden en la región”.
Como si esto fuera poco, todas estas cuestiones se dan en un contexto de reacomodamiento regional en el mundo. Un mundo en el que Estados Unidos dejó de dominar las relaciones internacionales, y en el que potencias como Rusia y China están cada vez más presentes. “Ya no existe el mundo unipolar de la Guerra Fría. El sistema internacional está mutando. Hablamos de un cambio que no terminó de cristalizarse, pero es un cambio distinto. Y esto también impacta en Medio Oriente”.